LA GLOBALIZACIÓN DEL CAPITAL

 

El libro a tratar en este post, es la 3ª edición de La globalización del capital, escrito por Barry Eichengreen. Pero concretamente, trataré de hablar únicamente del primer capítulo, ya que desde mi punto de vista, es el más importante del libro, debido a que cuenta el inicio del sistema monetario, en base al patrón oro.

Este ejemplar en sí, trata sobre la evolución del sistema monetario internacional desde 1850 aproximadamente, hasta la actualidad. Se centra en acontecimientos relevantes relacionados con la economía, para mostrar cómo hemos llegado hasta el sistema actual, así como también habla de las ventajas e inconvenientes del resto de sistemas establecidos a lo largo de la historia.

Comienza con la idea del patrón oro, en la que nos vamos a centrar, el cual desde 1870 se comenzó a utilizar como base de los asuntos monetarios internacionales, este, se fue involucrando en muchos países, y hasta el final de la guerra franco-prusiana, no se adentró en Europa, el cual tenía un sistema bimetálico hasta el momento.

A finales del S. XVII el oro estaba sobrevalorado, y en Inglaterra, para mantener en circulación la plata, las autoridades tenían que bajar el del oro. El último ajuste, realizado por Newton en 1717, fue demasiado pequeño para mantener la plata en circulación. En 1774, Inglaterra acabó adoptando al patrón oro, y en Francia continuaba el bimetalismo. Pero el patrón oro no fue viable hasta la llegada de la energía de vapor. 

Gran Bretaña, a mediados del S. XIX tenía el patrón oro, y era la primera potencia industrial y comercial del mundo, Portugal que tenía una estrecha relación con este, adoptó el patrón oro en 1854, ahí fue cuando el mundo occidental se podía dividir en 2 bloques, oro y plata y oro y bimetalismo.

Se realizó una conferencia internacional en 1865 cuyo resultado fue la Unión monetaria latina, esta comprometió a Bélgica, Francia, Italia y Suiza a acuñar el valor de 0,835 de ley a sus monedas.

A principios del S. XX surgió el verdadero sistema internacional basado en el oro, pero ni aun así los sistemas monetarios nacionales eran iguales, se diferenciaban en que solo Alemania, Francia, Inglaterra y EEUU mantenían un patrón oro puro mientras que, en Bélgica, suiza y los países bajos, la convertibilidad por parte de los residentes también quedaba a la discreción de las autoridades.

El funcionamiento del patrón oro, tenía como base el compromiso de los bancos centrales para mantener la convertibilidad en el exterior y para ello, fueron indispensables los tipos de descuento.

Los bancos centrales dudaban en subir los tipos de interés ya que si los subían incrementaba el coste que tenía para el Estado, ni siquiera los bancos privados eran inmunes a estas presiones. Cuanto mayor era el consenso y la credibilidad que daba a la política monetaria, más margen tenían los bancos centrales para desviarse de las “reglas” sin poner en peligro la estabilidad del patrón oro.

Cuando las monedas fluctuaban, los inversores reaccionaban de una forma estabilizadora, el cambio se reforzaba reduciendo al mínimo las necesidades en las que interviniese el banco central. Por lo tanto, estos podían retrasar la intervención que ordenaban las reglas del juego sin sufrir grandes pérdidas de reservas.

Además surgió la convención de seguir al líder, que consistía en que si un país bajaba su tipo de descuento y el resto no lo hacía, este país perdería gran parte de sus reservas, y por consiguiente, la convertibilidad de su moneda podía peligrar. El banco central de Inglaterra, era el banco central más influyente en su época indicaba la necesidad de actuar y su tipo de descuento servía de foco de atención para la armonización de las medidas.

Para contener una crisis financiera era necesario modificar los tipos de descuento de los bancos centrales en direcciones opuestas. En ese tiempo se vio la necesidad de estabilizar el oro y la libra esterlina.

La duda sobre si el Banco de Inglaterra poseía los recursos necesarios para defender la libra esterlina, adelantaron dicha crisis. Los inversores se preguntaban si Inglaterra sería capaz de devolverles los préstamos y defender al mismo tiempo la libra.

Por lo tanto, podemos ver lo importante que es la solidaridad entre países en tiempos de crisis.

El contagio podía actuar psicológicamente o a través de los efectos relacionados con la liquidez al verse obligados los acreedores del banco en dificultades a liquidar sus depósitos en otros bancos para conseguir dinero en efectivo. Cualquiera de las dos situaciones tomaba como último recurso al banco central como prestamista para impedir que la crisis se extendiese. Si una crisis era grave, el banco central podía dejar que sus reservas disminuyeran con respecto al mínimo legal y que el tipo de cambio bajara por debajo del punto de exportación del oro. Esto únicamente se permitía en algunos países con la autorización de ministro de Hacienda o con el pago de un impuesto.

Fuera del centro europeo del patrón oro, la experiencia fue más desafortunada ya que muchos países de la periferia carecían de bancos centrales en los que poder organizar estos proyectos de cooperación. Una disminución de los ingresos por exportación de mercancías hacía que un país importador de capital fuera un mercado menos atractivo para invertir.

Los acontecimientos políticos tampoco fueron propicios, la aparición de partidos políticos que representaban a los trabajadores, el aumento del derecho al voto, etc., pusieron en duda la inquebrantable prioridad que concedían las autoridades monetarias a la convertibilidad. El aumento de las tensiones militares entre Alemania, Francia y GB tras la pelea por África acabaron con la solidaridad en la que se había basado la cooperación financiera. 

Posteriormente, pasaríamos al periodo de entreguerras, en el que la situación fue a la inversa que durante el patrón oro.

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