LOS NIVELADORES NATURALES SEGÚN WALTER SCHEIDEL

Las guerras son consideradas como el “igualador absoluto”. En este caso, el libro se fundamenta en la búsqueda del igualador entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y en como estas pudieron beneficiar a países que pudieron reducir sus disparidades.
 
Un caso concreto es el de Japón durante esta última, país que cobró importante protagonismo en esta y obtuvo significativos en su repartición de la economía. 
Previo a la guerra, Japón presentaba niveles en su economía similares a los presentados durante 1929 en EEUU, sin embargo, cuando esta llega a su fin ya había logrado acercar los resultados a la economía de Dinamarca.
 
Sin embargo, no se consideran iguales los resultados ofrecidos por las Guerras Mundiales y las Civiles. 
En primer lugar, conocemos que las guerras mundiales consiguen atenuar las desigualdades existentes en una sociedad siguiendo un modelo simple: se destruyen infraestructuras y se genera una gran pérdida de capital motivado por las reparaciones de guerra. Tras el fin de estas, se ponían en marcha nuevos planteamientos para recuperar las pérdidas que conseguían reestructurar la sociedad.
 
Sin embargo, no se no se obtiene el mismo resultado de las guerras civiles, ya que se considera que estas consiguen aumentar la brecha a largo plazo, encontrando una excepción tan solo cuando algún régimen de ideología radical se hacía con el poder.
 
 
 
Partiendo con el segundo jinete “revoluciones”, observamos gran similitud con la forma de actuar del primero ya mencionado En este caso, el autor discute varias revoluciones, movilizaciones violentas que actuaban a modo de equiparadores de la misma forma: se generan elevados costes humanos y en infraesctructuras, de forma que se da lugar a una posterior reestructuración de la sociedad y una equiparación de la renta a largo plazo.
 
Como en los demás, se muestran casos concretos que demuestren lo mencionado, en este caso el autor nos habla sobre la revolución Rusa de 1917. En estos casos, la equiparación no viene dada por intervenciones ni dislocaciones como es el caso de las Guerras Mundiales, sino que esta es propiciada por la revolución que se inicia con el fin de la guerra.
 
En Rusia se produjo de la siguiente forma: todo comienza con una gran recesión económica que genera revueltas campesinas, requisado de fincas y tomado de las fábricas. 
 
Se sucede la toma armada de la ciudad por los bolcheviques dándose lugar a una nueva organización de la economía cuyo objetivo pretendía contentar a las masas populares.
Como el mejor ejemplificador de lo citado sustraigo la siguiente cita del libro: “Lenin había ganado la guerra a muerte contra los ricos” frase que patenta que las desigualdades fueron cediendo tras la actuación de este.
 
Fundamentamos la ventaja del tercer nivelador, la quiebra de los estados, en la idea de que, tras el colapso de estos estados fallidos, se provoca la caída de la población, aunque esta se centra sobre todo en la población más rica, por lo que se consigue que aquella que menos recursos tenía no se alterase y se sucediese la igualación.
 
El libro nos ejemplifica este caso con el colapso del Imperio romano de occidente o la dinastía de Tang en la China del siglo VII entre otros casos.
También ocurre lo mismo en las Américas Precolombinas o en la Somalia de entre 1960-1990, donde los clanes pedían independencia y autonomía, sin embargo, esta no es concedida y tras no ser posible su control y e estado termina dividido, desde este momento el país queda sumido en el caos y convertido en un “Estado fallido”.
 
También es importante la caída del imperio Romano de Occidente o la recesión de Egipto como uno de los ejemplos más claros.
 
Llegamos así al último jinete, las enfermedades letales. Observamos que, hasta este momento, todos los igualadores tienen en común la violencia infligida entre humanos, sin embargo, se plantea una cuestión importante ¿cómo pueden las epidemias reducir las desigualdades?
Pues bien, se mencionan los llamados “obstáculos positivos”, estos son elementos que de forma directa o indirecta afectan a la estructura de la sociedad a través del aumento o disminución de la población.
 
La pandemia de finales de la edad media (la peste negra) es un claro ejemplo de nivelador, esta se expandió de forma acelerada por el mundo, provocando gran cantidad de muertes y una acusada reducción de la población. Se empezó rápidamente a reducir la productividad en las tierras, y en Europa, la demanda no tardaría en superar a la oferta.
 
Tras la peste, se comienza a apreciar un lento crecimiento de la población, la mano de obra aumentó sus costes y los propietarios de los medios de producción se veían obligados a aceptar las condiciones por la inexistencia de alternativas.
El autor trata de buscar también una explicación en las hambrunas que, sin embargo, no se hace patente pues la repercusión de estas sobre las sociedades no es tan relevante.
 
Pero entonces ¿Es posible lograr la igualdad evitando estas sacudidas violentas que, sin duda también presentan grandes desventajas para la sociedad?
 
El autor plantea algunas posibles alternativas como la educación o el desarrollo económico, que sin embargo no considera del todo efectivas si no es apoyadas por alguna sacudida violenta como las ya mencionadas.
 

A modo de conclusión, el autor hace una vista del futuro, en el que prevé algunas sacudidas que sin embargo nada tienen que ver con las pasadas, teniendo en cuenta la tranquilidad del siglo en el que nos encontramos.

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